Si estás más solo que la luna, déjate convencer, brindando a mi salud, con una que yo me sé. Y, cuando suban las bebidas, el doble de lo que te pida dale por sus favores, que, en casa de ella las malas compañías son las mejores. Si llevas grasa en la guantera o un alma que perder, aparca, junto a mis caderas de leche y miel. Entre dos curvas redentoras la más prohibida de las frutas te espera hasta la aurora, la más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras.
A media noche, por la carretera
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