Pero a los ciegos no les gustan los sordos
y un corazón no se endurece por que sí,
no calentás la misma cama por dos noches me reclamaba y no lo quise oír.
Hice de todo por impresionarlo y dejé huérfano todo su penar,
pero dos que se quieren, se dicen cualquier cosa.
No me gustó como nos despedimos daban sus labios rocío y no bebí.
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